LECCIÓN 164
“Ahora somos uno con Aquel que es nuestra Fuente”
Hoy vamos a aprender a reconocer y aceptar la visión de Cristo, la visión del amor, a contemplar un mundo libre de pensamientos de pecado, culpa, juicios, miedos, ataques y carencias. Hoy elegimos contemplar un mundo perdonado, un mundo sanado y en paz. Hoy es el momento, pues no hay otro momento, ahora elegimos renunciar a los juicios, a los miedos y a los ataques, correr las cortinas que nos impedían ver la verdad y aceptar ver el mundo con otros ojos, con los ojos del corazón, con la visión de Cristo.
Que puedo ver con la visión de Cristo?
- “contemplar lo que se encuentra ahí eternamente,”
mirar más allá del tiempo y ver la eternidad representada allí. - acallar los sonidos estridentes del mundo, para escuchar las melodías del himno del Cielo.
- y escuchar la “Voz que habla por Dios con más claridad, con más sentido y más de cerca.”
- ver como el “mundo desaparece fácilmente ante Su vista.” y en su lugar contemplar el mundo real, el mundo perdonado.
- escuchar “Una melodía procedente de mucho más allá del mundo”
- y escuchar la respuesta ancestral de Cristo a nuestra ancestral llamada.
- la capacidad de reconocer tanto la llamada como la respuesta “pues no son sino tu propia respuesta a la Llamada que te hace tu Padre.”
- si te haces a un lado, renunciando a tus juicios, “Cristo responde por ti, haciéndose eco de tu Ser, usando tu voz para dar Su jubiloso consentimiento y aceptando tu liberación por ti.”
- Si en este instante santo practicas reconocer la verdad que eres con amor, y fervor, recibirás de Cristo Su Visión, y Él oirá por ti y contestará en tu nombre, solo se necesita no interferir con tus juicios.
- veras cuán fácilmente “te olvidas de todos tus aparentes pecados, y dejas de recordar todos tus pesares!.”
RECORDAR Y ACEPTAR LA VERDAD QUE SOMOS:
En este mundo nuestra mente parece dividida, por un lado, una mente falsa y reactiva gobernada por el ego, que habla estridentemente. Y por otro lado, una mente que es real y amorosa, que pareciera que hubiésemos olvidado, pero siempre ha estado ahí:
“Hay un silencio que el mundo no puede perturbar. Hay una paz ancestral que llevas en tu corazón y que no has perdido. Hay en ti una sensación de santidad que el pensamiento de pecado jamás ha mancillado. Hoy recordarás todo esto.” cuando nos aquietarnos, entramos en silencio y reconocemos la guía del Espíritu Santo o de Jesús, y aceptamos el regalo de la visión de Cristo, no sólo podemos recordar quienes somos sino que podremos contemplar nuestra luz y la de todos hermanos.
En este instante santo renunciamos a nuestros vanos deseos en este mundo y acogemos con amor y gratitud los tesoros que siempre nuestro Padre nos ha ofrecido.
PRÁCTICA LARGA:
Aquiétate durante 5 minutos como mínimo, o hasta 15 ó 30 minutos, de acuerdo a tu disposición, en dos ocasiones en el transcurso del día, preferiblemente una en la mañana y la otra en la noche. Respira lenta y profundamente y mientras te vas relajando con la respiración, ve introduciendo en tu consciencia las siguientes palabras:
“Ahora somos uno con Aquel que es nuestra Fuente”
Y en la medida que te relajas, y en profundo silencio interior, le pides al Espíritu Santo que te ayude a recordar que eres solo amor, que eres el perfecto Hijo de Dios, recibe el regalo de la visión de Cristo. Comprométete hoy a no juzgar, deja que Cristo juzgue por ti, pues tiene el conocimiento de la totalidad, y te ayudará a contemplar todo solo con los ojos del amor. Hemos corrido las cortinas del juicio y del miedo que nos impedían ver, la luz del mundo real resplandecer ante la visión de Cristo que nos ha bendecido hoy, y con esa misma luz bendeciré al mundo y a todos mis hermanos. En ese momento reconozco que todos somos uno, unidos a nuestra eterna Fuente de Amor.
PRÁCTICAS CORTAS Y FRECUENTES:
Nos sentaremos un par de minutos cada hora, en silencio a reiterar nuestro único propósito, de recordar y aceptar la guía del Espíritu Santo y la visión de Cristo, y reconocer nuestra absoluta unidad con nuestra Fuente
“Ahora somos uno con Aquel que es nuestra Fuente”
Si prácticas con fervor, con amor y gratitud, la visión de Cristo será el don con el cual contemplaras tu inocencia, la del mundo y la de todos tus hermanos, en ese momento alzas tu voz en oración de amor y gratitud por los regalos recibidos. Gracias Padre por tu Amor, por Tú infinita paciencia, por Tú guía. por recordarme lo que Soy, por acogerme en Tus infinitos brazos y poder reposar en Tu paz y Tu dicha, el viaje de retorno ha concluido.
Bendiciones
Oscar Gómez Díez
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